viernes, 14 de diciembre de 2012


Quizás (y me aventuro a decir mucho)
el mundo entero sea una trinchera,
o el sueño turbio de un loco
al que llamamos Dios y nos domina.

Quizás la vida sea un caldero
de aceite hirviendo,
que nos pervierte el pubis
y nos aprieta,
a manos de un destino irrevocable.

O puede que todo esto que os digo
no sea un poema,
y puede que la luz no exista,
y que la mierda tampoco se nos coma.

Porque lo más probable es:
que el mundo, amigo mío,
sea una esfera
                   y nada más,
y que la vida sea inercia
                         y nada más,
y que el mar que tú pueblas sea solo mar
                                  y nada más.


Y si de pronto Benedetti decidiera resucitarse
y venir a recitarnos una patria de amor
en los bolsillos.

Aunque sea sucia,
Aunque sea herida,
Aunque sea tuya,
Aunque sea mía.

¿Podrías jurarme una vez más que me desprecias?
Si viniera Benedetti y te hablara de la ausencia
Si volviera ensangrentado
Y medio muerto.

¿Tú serías capaz, mengano Dulce
                                  Osado
                                       Eterno
De renunciar a la utopía?





Yo tenía un pacto con las aves,
si el viento silbara nosotras volaríamos
a la urgencia de su canto enamorado,
le juramos todas, buscarle la voz de abril
y me juraron todas
que no me quemaría diciembre helado.

Yo tenía un pacto de halcón,
de sábana turbia y de paloma espesa,
dijeron que vivir volando es una causa
aquello sería la victoria de las hadas de los cuentos
que tú pueblas.

Pero claro, yo no era paloma,
no podía luchar yo su batalla
y volar sin vivir no tiene causa.

Yo que tenía un pacto con las aves
las dejé para los locos
y aterricé en tus manos.

Dejar de ser paloma, alondra y viento enamorado
por milana desnutrida es algo que nunca perdonaron.