Quizás (y me aventuro a decir mucho)
el mundo entero sea una trinchera,
o el sueño turbio de un loco
al que llamamos Dios y nos domina.
Quizás la vida sea un caldero
de aceite hirviendo,
que nos pervierte el pubis
y nos aprieta,
a manos de un destino irrevocable.
O puede que todo esto que os digo
no sea un poema,
y puede que la luz no exista,
y que la mierda tampoco se nos coma.
Porque lo más probable es:
que el mundo, amigo mío,
sea una esfera
y nada más,
y que la vida sea
inercia
y nada más,
y que el mar que tú pueblas sea solo mar
y nada más.