jueves, 19 de julio de 2012

Já.

Ya no me urge tu abril descontrolado,
 no necesito de tu pecho entreabierto cerca de mi mano.
Te has vuelto pequeño y el algodón de tus sabanas
está almidonado.
No me vengas anunciando letanías
ni presagios de un amor de ultramarinos.
Que tu voz ya no me sangra,
y soy más valiente desde que renuncié a tu espalda.
No vengas en peregrinación desde mi vientre
que no voy a escuchar tus desventuras.
Te quise con la piel en carne viva
y me agarré a tus lunares con los dientes
incluso después de perder la dentadura.
No vengas narrando letanías
no intentes recorrer mis recovecos
que me he mudado lejos de las aves
donde las milanas insoportables
dejen de piar tu nombre en las ventanas.
He gastado los viajes de retorno
y he establecido campamento en la ciudad de los cien años
porque tu negligencia abismal no pudo con mi amor 
de suburbio inmerecido. 
Me voy para el Toboso a disfrutar de mi viudez.

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